* de la correspondencia apócrifa
Miro por la ventana, trazo cierta perspectiva, el cielo está nublado y de entre su densidad vuelan algunos pájaros o augurios...
No podría ser exacto hoy, querida,
aunque me esforzara
y tampoco le tengo ganas al esfuerzo.
Juguemos un rato con tu recuerdo, al azar. Hoy puedo ver cómo me mirabas, imperfecto y múltiple como una ocurrencia en la boca de otro, como una oscuridad sigilosa cuidándote las espaldas… o el culo, ese culo tan divino. La verdad es que debiera estar haciendo otra cosa, obligaciones, sabés, en vez de distraerme en tu forma, pero (por suerte) tengo una ventana y me tengo a mí mirando a través de ella y entonces no hace falta más, Baudelaire!
Sostenéme bien te dije, lo que mejor hago es romperme…
Y en silencio, para no despistar a la rabia, no sea que se avecinen los imbéciles sobre nuestro rastro y nos hallen así, tan miserables, desnudos.
En aquel momento reír no era una posibilidad y Hoy apenas un esbozo nos sale y está todo harto de vicios, es el aire o yo.
Tu gracia infantil, la sinceridad de la pérdida, tus palabras entreveradas en el tartamudeo, tu anhelo de ser de todos, de la vida, tus ardides sofisticadamente velados, todas esas cosas y las que no recuerdo o no sé enumerar vuelan lejos.
Sospecho que tu amor escaso ya no te habla de nadie, ningún rostro te refiere y oteás la lejanía como yo miro el río desde Montevideo sin profundidad. La perspectiva es una elucubración renacentista y vos sos muy actual, aunque yo te haya pasado de moda.
Lo raro es el olvido, la naturaleza de ese tú olvido. Recelar de mis señales austeras por no desquiciarte, ése era tu atletismo afectivo. Pero a pesar de que digamos, nada es lo que decimos. Decir por decir y la opulencia de tu sexo llamando, invitándome al estremecimiento, al patio con aljibe.
Te pregunto: ¿Cómo hago ruido con una sola mano?
Empieza a anochecer, Buenos Aires se me va de los ojos y a vos te importa un pito.
martes, 21 de octubre de 2008
domingo, 5 de octubre de 2008
Otras tendencias
Dejar de horrorizarnos con el estado de las cosas
sería un comienzo,
Perder la zozobra frente a la conquista, frente a la derrota,
su fastuosidad de Hombres.
Rezongar tristemente, pálidamente junto a la tos
que nos acompaña
Para ceder a la risa de la vida y de la muerte con Tuñón,
Ser exquisitos en cuánta congoja y júbilo!
Hablar con nuestras manos al ominoso tacto
Y no mentir
Y decir: Sí
Sin grandiosidad, casi apagados
Para hallarnos en el rumor que vela nuestra proximidad
/entre los buenos malos hábitos
Volver fieles los signos inciertos que nos convocan al mundo
/interpretado
Desistir del lustre, de la decadencia,
De los trágicos finales,
De los finales… su ficción en la instancia, su artificio de despedida,
/sus certámenes siempre algo ridículos
En suma,
Callar y soltar palabra
O no
Pero entonces qué hacer con el olvido.
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