domingo, 28 de septiembre de 2008

Balada del ausente




Entonces no me des un motivo por favor
No le des conciencia a la nostalgia,
La desesperación y el juego. Pensarte y no verte
Sufrir en ti y no alzar mi grito
Rumiar a solas, gracias a ti, por mi culpa,
En lo único que puede ser
Enteramente pensado
Llamar sin voz porque Dios dispuso
Que si El tiene compromisos
Si Dios mismo le impide contestar
Con dos dedos el saludo
Cotidiano, nocturno, inevitable
Es necesario aceptar la soledad
Confortarse hermanado
Con el olor a perro, en esos días húmedos del sur
En cualquier regreso
En cualquier hora cambiable del crepúsculo
Tu silencio Y el paso indiferente de Dios que no ve ni saluda
Que no responde al sombrero enlutado
Golpeando las rodillas Que teme a Dios y se preocupa
Por lo que opine, condene, rezongue, imponga. No me des conciencia, grito, necesidad ni orden.
Estoy desnudo y lejos, lo que me dejaron
Giro hacia el mundo y su secreto de musgo
Hacia la claridad dolorosa del mundo,
Desnudo, solo, desarmado
bamboleo mi cuerpo enmagrecido
Tropiezo y avanzo. Me acerco tal vez a una frontera
A un odio inútil, a su creciente miseria,
Y tampoco es consuelo
Esa dulce ilusión de paz y de combate
Porque la lejanía
No es ya, se disuelve en la espera
Graciosa, incomprensible, de ayudarme
A vivir y esperar. Ningún otro país y para siempre.
Mi pie izquierdo en la barra de bronce
Fundido en ella.
El mozo que comprende, ayuda a esperar, cree lo que ignora.
Se aceptan todas las apuestas:
Eternidad, infierno, aventura, estupidez
Pero soy mayor
Ya ni siquiera creo,
En romper espejos
En la noche
Y lamerme la sangre, pequeño dolor filoso.
Me aproximará lo que resta vivo, blando y ágil.
Muerto por la distancia y el tiempo
Yo la, lo pierdo, doy mi vida,
cambio de vejeces y ambiciones ajenas
Cada día más antiguas, suciamente deseosas y extrañas.
Volver y no lo haré, dejar y no puedo.
Apoyar el zapato en el barrote de bronce
Y esperar sin prisa su vejez, su amenidad, su diminuto no ser.
La paz y después, dichosamente, enseguida, nada.
Ahí estaré. El tiempo no tocará mi pelo,
no inventará arrugas, no me inflará las mejillas
Ahí estaré esperando una cita imposible,
un encuentro que no se cumplirá.







*de Juan Carlos Onetti

*(a pedido de un amigo)

jueves, 18 de septiembre de 2008

Notas encontradas
















a mi hermano..
y a todos los que se sientan hermanos míos



* (del diario de un íntimo desconocido)




_Ayer.
Tengo que admitirlo, ayer te extrañé.
El que últimamente no pueda soñar no significa que ya no te extrañe.
Y, sin embargo, no recuerdo la palabra exacta.
Nada,
ni en lo mórbido, ni en lo cotidiano…
Insisto en invocar el llamado,
la forma que
presumo
encontraré devorando los artículos de los diarios
así sin más,
en medio de una mañana
entre los fervores de un desayuno sencillo,
invisible de tan delicado…
pero lo triste de los ejercicios inútiles
es pretenderlos fértiles en algún sentido
que ya,
hermano mío,
me agobia.


_Diferencia
Hoy recuerdo algo.
Algo de sensorial hay en esta ciudad,
siglos de superchería.
Solo eso,
la lluvia apurando el aire pesado contra el suelo,
una tristeza llenándome la boca
de apariciones,
yo
en la intuición,
mis doce años,
sabiendo de esa distancia
de la que dicen
un charco
pero en realidad es inmensa
de tiempos y canallas...
Entonces,
nosotros aquí,
el abismo,
nosotros allá
y el dolor viaja con uno,
eso quizás baste
mientras las dos riveras
bregan
o se aman,
vuelven a bregar
y se cosen,
formando ya no un río
sino lo otro
y haciéndonos
recordar que...


_Lo mutuo
No hay aproximación en esa fotografía,
me gusta, no voy a hacerte la contra,
pero sigamos con lo habitual:
Un buen almuerzo,
las gregarias conversaciones,
el ligero extravío al presentirlo,
la pitada larga y desentendida,
unas piernas,
la misma distracción una y otra ves,
el saludo al acaso,
la pérdida (todos los días),
un revuelo,
el sigilo
y la minuciosa pertinencia de las cosas cuando le gana la obsesión,
la multitud (a veces)
y la unívoca soledad (siempre),
aquella saudade ingrata,
la misma ausencia,
todo el grito de Duras…
Y de nuevo a la noche
sin sueño.
No voy a hacerte la contra, dije.
Si nos van a derrotar
en qué patria!
por lo menos estemos borrachos


martes, 16 de septiembre de 2008

Madrugada

*


Palabras y voz: Juan Gelman
Música (y canto en extrañura): Juan Cedrón






GIORNALISMO






EXTRAÑURA






VELORIO DEL SOLO







Fotos: otro Juan